Vive el romance...

Vive el romance...
P
osees un alma sensible y romántica.
Sueñas con historias de amores apasionados y casi imposibles; repletos de mujeres, a veces temerarias, aventureras, leales y tenaces capaces de amar con todo su ser; así como con hombres enigmáticos, duros, sinceros, elegantes, traviesos, tiernos, luchadores, llenos de vida y esperanzas.
Bienvenid@ a nuestro mundo.

lunes, 20 de enero de 2014



Hola a tod@s. ¿Cómo estáis después de este tiempo de ausencia? Nosotras hemos vuelto para contaros lo que nos ha parecido una novela nueva. En este caso, nos alejamos de la temática romántica para adentrarnos en la que solemos leer más (ya sea novela negra, de acción, policial, thriller o ciencia ficción).
En este caso, la novela es “El peligro de llamarse Nerea”, cuya autora es Elisa Cotarelo. La temática de la historia está a caballo (a nuestro humilde parecer) entre la policial, negra y costumbrista; en la que explica la vida de Nerea Iglesias, la de las personas de su entorno más próximo y las consecuencias de los actos de cada uno de ellas. También os decimos que eso es simplificar mucho y que la novela da más de sí.


 Todo el mundo tiene una vida pública, una vida privada y una vida secreta.   Un viernes tarde, Nerea no regresa a casa tras la salida del Instituto. Horas más tarde, su padre denuncia la desaparición en Comisaría. Lo que en principio se presenta como una simple fuga, se convierte en desaparición inquietante pocas horas más tarde y en un escalofriante caso unos días después.  El Inspector Núñez, jefe del Grupo de Homicidios de la Comisaría de Oviedo, se enfrenta a su última y más complicada investigación: un inteligente psicópata opera al amparo de la red.  Falsos perfiles en redes sociales, fotografías engañosas, direcciones IP craqueadas y el anonimato de Internet sumergen en un laberinto al veterano Inspector que, a mayores, ve complicarse la investigación cuando, unos días después, una mujer joven aparece asesinada en un monte cercano a la ciudad vetusta, desnuda y con el cuerpo parcialmente quemado para impedir, supuestamente, su identificación.  ¿Se trata de Nerea? ¿No se trata de Nerea? Son cuestiones que se irán despejando a lo largo del tiempo. Un tiempo de espera en el que la vida de los personajes dará un giro radical, de 180 grados: los padres de Nerea irán descubriendo la "vida secreta" de su hija, y también la suya propia; al igual que el propio Inspector Núñez, solterón a punto de jubilarse, al que la vida obsequiará con un regalo cuando menos lo esperaba.


 

La buenísima y creíble documentación sobre la policía y el entorno de la investigación (otro motivo por el cual deberías leérosla), nos hizo pensar que la autora tenía mucho que ver con ese mundillo, así que nos pusimos a buscarla y ella misma, en el blog de la dicha novela, confesaba haber sido parte de todo ello.
En esta historia no hay personaje principal. La propia Nerea, incluso siendo el eje central, se diluye entre el resto de los personajes. Ninguno es más importante que el otro y cada uno de ellos bien puede influir (de forma negativa o positiva) en el que tienen al lado. Al fin y al cabo, así mismo es la vida ¿no?
No obstante, sería acertado decir que tanto Nerea, así como sus padres (Fran y Rosa) y algo después el Inspector Núñez, son vitales para el desarrollo de la trama y el devenir de esta, digamos, triste historia.
Dejadnos haceros una pregunta: ¿Cuántas veces habéis visto en televisión o las noticias sobre la desaparición y de tal niñ@ o tal joven? Todo@s, sin excepción, habremos oído hablar de las pesquisas policiales, del dolor de los familiares y amigos y de las múltiples búsquedas infructuosas y demás manifestaciones en masa. Pues eso es precisamente de lo que nos hablan las líneas de esta desgarradora historia.
 Nos da también el punto de vista de la propia Nerea, pero eso es quizás, lo único de la historia que nos ha gustado menos leer; tal vez porque, como adultas, vemos de lejos el resultado de cada paso que da, cada sonrisa, esperanza vana o angustia sufrida. Sin embargo, no resulta menos real pensar que cualquier joven es susceptible a caer en el peligroso juego en el que la joven se mete llena de ilusión. Nos hace preguntarnos, como madres, si esta o aquella decisión que tomamos respectos a nuestr@s hij@s afectará en su capacidad para disfrutar de lo que podamos darles (ya sea mucho o poco) y a no ir cieg@s por la vida. Como es evidente, el libro nos ha suscitado el compromiso de una meditación profunda sobre la relación padres e hij@s, sobre si l@s conocemos de verdad o solo nos limitamos a pasar por la vida lo mejor que podemos o… sabemos.
En cuanto a los personajes, nuestros preferidos de un modo totalmente diferente han sido Fran (el padre) y el Inspector Núñez; cada uno con un temple como una catedral. No obstante, no podríamos obviar a Rosa, la madre, una mujer que te repele desde el principio y que nos ha hecho llorar en el capítulo diez, donde la conocemos de verdad. Ni a Eladio Saavedra (no os vamos a decir quién es aunque os lo imaginéis), que no nos ha transmitido ningún tipo de empatía a pesar de saber el porqué de sus actos (seguro que el inspector Núnez está de acuerdo con nosotras cuando se sienta a solas con él y escucha todo cuanto este tiene que decirle).

A estas alturas, no sabemos si os hemos desvelado demasiado sobre la historia en sí, pero hemos intentado no hacerlo. Solo queríamos que os entrara el gusanillo y quisierais haceros con un ejemplar y pasar unas horas empapándoos de un mundo más real que otra cosa. Sí, ya sanemos que a veces, queremos leer algo que se aleje de la realidad, o al menos de la nuestra y la más inmediata. Nosotras pensamos igual. Creemos que la lectura nos sirve para desconectar de esa realidad que suele mostrarnos su cara más fría y dura (el género romántico es un ejemplo idóneo para hacerlo y conseguir, de paso, un final feliz). Aun así, a veces no podemos escapar de otra dosis de realidad. El esfuerzo vale la pena (al menos en este caso).
Así que, para finalizar, y a pesar de tener un final triste, aun con la resolución satisfactoria del caso, nos quedamos con la sensación de la inmensa desdicha que desprenden cada una las páginas. Por más de un segundo, nos alegramos de que nuestro nombre no sea… Nerea.

Bueno y muy recomendable.